lunes, 23 de enero de 2012

Crucero por el Nilo

Mi primera entrada en el blog no puede ser otra que el viaje que más me ha gustado, aunque lo haré en dos partes.

Hace unos años tuve la suerte de visitar Egipto. ¿Qué decir que no se sepa de este país? Obviamente podría contaros las mil maravillas y posiblemente me quedaría corto.

Volamos hacía Assuán, al sur del país para descender del avión a media tarde bajo un sol abrasador. Recogimos las maletas y el guía nos llevo a todo el grupo al barco. Después de todas las explicaciones pertinentes, primera noche a bordo y primer madrugón para ir a visitar Abu Simbel. La excursión se puede hacer por tierra o aire y, en mi caso, me alegro de que fuera por tierra. Se podrán ver amaneceres en cualquier sitio, pero ver un amanecer en medio del desierto es, simplemente, espectacular.

Amanecer en el desierto.

Un par de horas después llegamos al nuevo emplazamiento del que fuera el templo más famoso de Ramsés II. La entrada al templo te deja sin palabras ya que 4 estatuas enormes esculpidas en la roca te dan la bienvenida. Por dentro, los templos están llenos de pinturas y jeroglíficos y éstos están protegidos por vitrinas, lo que no quita majestuosidad al complejo. Como dije antes, lo que pueda decir de Egipto se quedaría corto y pasaría lo mismo con lo que pueda explicar de Abu Simbel. Solo diré que está en un marco insuperable, a orillas del lago Nasser y donde, como os podéis imaginar, no hay ningún sitio con sombra.

Templo de Abu Simbel.

La vuelta al barco no se hizo tan pesada como se podía esperar. Al llegar a Assuán visitamos la presa y, los que se atrevieron a caminar bajo el sol a más de 40 grados, vieron también el Obelisco inacabado, que hubiera sido el obelisco más grande jamás construído. Después de eso, vuelta al barco. A la entrada  nos recibieron unos camareros con un chupito. Esperábamos que estuviera fresquito y al ser chupito nos lo bebimos al instante. Mal hecho, era un licor caliente. Después de abrasarnos la garganta,  zarpamos por primera vez.

La primera parada ya en navegación fue en Kom Ombo donde está el templo que recibe el mismo nombre que la isla. El templo está dedicado al dios Sobek, dios cocodrilo. Pudimos ver la momia de un cocodrilo y una especie de mercadillo bajo el templo. Para ser la primera vez que veía algo momificado (sin contar el museo egipcio de Barcelona) me impresionó mucho.

La segunda parada del crucero, ya a la mañana siguiente, fue en Edfú. Desde el puerto a la entrada del templo de Horus fuimos en calesa, lo que podría decirse un taxi a caballo. El templo es de los más grandes que se conservan y de los que en mejor estado se encuentran. Lo más destacado son las figuras de halcones (Horus era el dios halcón) que están en el templo.

A mediodía llagamos a Esna. Aquí nos tocó esperar. Como teníamos que esperar un rato, nos dejaron bajar del barco y pudimos pasear por el puerto e intentar hacer compras.

Al pasar la esclusa de Esna, hay un rato de navegación hasta llegar a Luxor, donde acaba el crucero. Llegamos por la noche y después de cenar en el barco, hicimos una visita a la ciudad y por primera vez fumamos en cachimba.

Por la mañana, nos tocó madrugar. Primero un autocar nos recogió para llevarnos a visitar los Colosos de Memnon. Después de una breve parada, fuimos a ver el templo de Hatshepsut, también conocido como Templo de Deir el Bahari.

Templo de Hatshepsut
Después fuimos hacia El Valle de los Reyes y las Reinas donde pudimos ver, previo pago no incluido en la entrada, la Tumba de Tutankhamon. Lo "malo" de la visita fue la hora. Al llegar ya había mucha gente así que entrar en las tumbas era un poco complicado por la aglomeración de turistas. Pese a eso, conseguimos entrar y pasar más calor dentro que fuera.

Una vez acabada la visita al Valle de los Reyes y las Reinas, la siguiente parada fue el templo de Luxor. Como en el punto anterior, lo "malo" fue la hora, justo antes de comer bajo un sol abrasador. El problema que eso conllevó fue hacer la visita deprisa y corriendo para volver al barco a comer con el aire acondicionado. De todas maneras, el Templo se ha de visitar. La parte exterior fue mandada construir también por Ramsés II. Pudimos ver un obelisco de 25m (su "hermano" está en París) y parte del paseo que unía el Templo con el de Karnak.

Templo de Luxor

Volvimos al barco a comer y sin tiempo para hacer la digestión, volvimos a salir al sol a casi 50 grados. Nos quedaba la última visita programada, el Templo de Karnak. Como decía, ambos templos estaban unidos por un paseo flanqueado por esfinges. Karnak está peor conservado que Luxor, pero eso no quita que fuera el conjunto de santuarios más grande del Antiguo Egipto. De Karnak destaca el lago interior (daban ganas de meterse en el agua) y sus varios obeliscos.

Para ir acabando (sí, sé que falta El Cairo, pero eso será en la próxima entrada), diré que durante el crucero y sus excursiones siempre fuimos acompañados por un guía local que hablaba castellano y nos fue explicando el significado de todos los jeroglíficos que había en todos los templos.

Y para acabar, quiero dedicar esta primera entrada a mi prima Marta que me animó a empezar el blog y que sin su ayuda no hubiera sabido empezar.

Continuará...