domingo, 15 de abril de 2012

Grecia

 Hace un par de veranos, cumplí uno de mis sueños de la infancia que era visitar Grecia. Siempre me han llamado la atención las culturas antiguas y Grecia no podía faltar en mis viajes.

Aún habiendo embarcado seguía sin creerme que iba destino a Atenas. Simplemente no me lo creía. En el avión no dejaba de ver la guía y lo que más me llamó la atención fue la palabra parakaló. Haciendo alarde de mi gran ingenio y humor, no se me ocurrió otra cosa que decir: ¿parakaló? Pues un ventilador, ¿no? No comments.

Llegamos a primera hora de la tarde y me hizo mucha gracia ver que nos esperaban con el cartelito con mi nombre. Un guía muy agradable nos explicó un poco cómo movernos por la ciudad, los horarios de Atenas y cómo hacer para cuando fuéramos a alquilar el coche. Nos dejó en el hotel y nos despedimos.

Una vez instalados en la habitación, fuimos al Monte Lycavittos. Es el punto más alto de la ciudad de Atenas y las vistas son impresionantes. En la cima del monte hay una pequeña ermita dedicada a San Jorge y un restaurante que, para estar donde está, no es caro. Hacían una Mousaka más que pasable y cenar viendo Atenas de noche toda iluminada es una pasada. Volvimos al hotel y antes de acostarnos, subimos a la terraza para ver la Akropolis iluminada y tomar algo ahí.

Ermita de San Jorge
A la mañana siguiente, como no podía ser de otra manera, nos fuimos a la Akropolis. decidimos ir caminando que si bien es un trayecto corto, deja mucho que desear.

Atenas es una ciudad muy sucia. Excepto las zonas turísticas, está poco cuidada para las visitas. Puedes encontrarte cualquier cosa en el suelo, incluso personas con las jeringuillas enganchadas en el brazo.

Después de caminar una media hora como mucho llegamos a los pies de la Akropolis. Para nuestra suerte, no llegamos por el lado "turístico", si no que llegamos por la parte de atrás y subimos la montaña sin aglomeraciones. Llegamos pronto, así que aún había poca gente.

Una vez traspasas las puertas de piedra, ves el Partenón por primera vez y, personalmente, me dejó sin palabras. Es la sensación de grandeza y poder, de creer en los antiguos Dioses, de imaginar estar en aquella época. Por suerte, había poca gente a primera hora, lo que me permitió sacar fotos sin turistas que la estropeen. La visita se ha de hacer con calma, nada de ir estresado como los "cruceristas". Para una buena visita has de tomarte tu tiempo para sacar fotos con el menor número de personas de por medio, has de tomarte tu tiempo para imaginar, para disfrutar del complejo.

El Partenón

Después de contemplar por primera (y no última) vez el Partenón, a mano izquierda queda el Erecteión, un templo dedicado a Atenea, Poseidón y el rey Erecteo donde se pueden ver la copia de las seis cariátides (columnas con forma de mujer). Justo detrás de este templo, está el de Atenea Niké, que para estar dedicado a una divinidad es más bien pequeño, con medidas más humanas.
Las cariátides
Erectión (lo sé, sobro yo en la foto...)

A parte de estos templos, hay otros más pequeños en la zona y lo que más destaca es el Teatro de Dionisio, dedicado a... dejadme pensar... a... creo que a Dionisio, pero no estoy seguro :-) Nuestro primer momento friki lo vivimos aquí con un japonés que nos pidió una foto y posó haciendo el símbolo de la victoria.
Teatro de Dionisio
 Un par de horas después dejamos la Akropolis por la ladera "turística". nos invadió la sensación de ser salmones nadando a contracorriente. Cuando conseguimos bajar, vimos la parte nueva de la Akropolis, donde está el museo y un buen número de restaurantes.

Siguiendo la calle, se llega al Arco (o Puerta) de Adriano, que sería la entrada (o salida, como queráis verlo) de un parque que nos lleva al Templo de Zeus Olímpico. Adriano ordenó acabar con su construcción y fue el templo más grande de la época. Actualmente quedan muy pocas columnas en pie pero vendo la foto os podéis imaginar lo grande que era.

Arco de Adriano
Templo de Zeus Olímpico
Continuamos con nuestro paseo para llegar al Estadio Panathinaikó, el antiguo estadio de los modernos Juegos Olímpicos de 1896. Hay poco que decir aquí, sólo que en la antigüedad también se utilizó para celebrar los juegos de Atenea y fue restaurado para los juegos modernos.
Estadio Panathinaikó
Como no habíamos caminado casi, seguimos haciéndolo. Dimos una vuelta por la zona y vimos los Jardines Nacionales donde está el Palacio de Zappion para luego llegar al Parlamento y ver el cambio de guardia (me gustó más que el de Londres). El Parlamento se encuentra en el centro de Atenas, en la Plaza Syntagma que nos lleva a una calle peatonal para ir de compras y el mismo metro de Syntagma en el que hay un pequeño museo. Lo siento, no sé porqué, pero no me deja subir el video del cambio de guardia...

Típico guardia ateniense (sin armadura ni casco como los antiguos...)

Todas estas visitas fueron hasta la hora de comer, vale un poco tarde, sobre las 15h más o menos, así que luego nos fuimos al hotel a comer y descansar. Por la tarde hicimos más bien poco. Caminar y mirar tiendas y acabar cenando en el puerto de El Pireo.

Al día siguiente, fuimos con nuestro coche de alquiler a Delfos, lugar del Oráculo. Lo más complicado para llegar fue salir del caos del tráfico de Atenas. Después de dos horas por una carretera totalmente recta llegamos a Delfos. Una vez allí compramos la entrada y empezamos a subir por un monte Parnaso lleno de ruinas.

Delfos
Empezamos a subir y después de varias columnas, vimos el Templo de Apolo, lo que viene a ser el Oráculo de Delfos. Aquí venían los antiguos griegos a preguntar  sus inquietudes a los dioses. 

Templo de Delfos (Oráculo)
Seguimos subiendo y a parte del Oráculo se puede visitar también un Anfiteatro y un pequeño estadio donde celebraban carreras de cuádrigas. Pregunta al aire: ¿Cómo co*o subían las cuádrigas hasta aquí arriba?

Una vez acabamos nuestro paseo por el Parnaso, comimos a los pies del monte y vuelta para Atenas. Mala idea coger el coche después de comer. Una vez devuelto el coche dimos una vuelta por la zona de la Akropolis para hacer tiempo antes de la zona y volvernos al hotel para partir a la mañana siguiente hacia Creta donde empezaron nuestras excursiones por algunas islas.

Akropolis de noche
Quiero pedir disculpas porque no he podido colgar los vídeos del cambio de guardia, supongo que será por problemas del formato.

Próximo capítulo, Islas Griegas. Continuará...

domingo, 5 de febrero de 2012

Consejos en Egipto

Primer consejo: si podéis, evitad viajar en julio y agosto. Lo sé, es un consejo obvio, pero no está de más decirlo.

Como sabréis, la mayoría de viajes a Egipto son organizados, pero ¿hace falta realmente? Mi respuesta a esa pregunta es "a medias". Os explicaré.

Supongo que debería empezar por comentaros los consejos prácticos, pero eso es más típico y en cualquier guía, incluso en la agencia de viajes os lo dirán, pero bueno, recordad beber sólo agua embotellada y que os la abran delante vuestro, nada de cubitos, regatead por todo, dejad propinas pero no les déis nada a los niños que piden por la calle (es duro, lo sé, pero se ha de hacer). Si habláis francés os podréis entender perfectamente, pero con un poco de inglés también es fácil entenderse, incluso os encontraréis con egipcios que chapurrean castellano.

Hay viajes que siempre es mejor llevarlos organizados, sobretodo si es una cultura diferente y un idioma poco común. Está muy bien contratar el paquete con los vuelos, traslados y el crucero con sus respectivas excursiones, pero una vez en El Cairo, ¡no contratéis ninguna excursión extra!

Moverse por El Cairo es menos peligroso de lo que mucha gente piensa. Bueno, vale, quizás en los tiempos que corren no, pero a la que haya estabilidad, hacedme caso, id por vuestra cuenta. Las agencias de viajes suelen incluir las excursiones a las Pirámides (imprescindible visitarlas, obvio) pero a parte de eso, también incluyen, por ejemplo, la visita a alguna fábrica de esencias.

Segundo consejo: no compréis nada dónde os lleve el touroperador.

Normalmente en estos sitios os cobrarán más de lo que realmente cuesta ya que el guía y la agencia se han de llevar su comisión. Si realmente estáis interesados en visitar una fábrica de esencias, que os lleve un taxista, os saldrá más barato y la comisión se la llevará un currante, no una multinacional.

En los barcos suelen haber tiendas y obviamente, son caras. Podéis comprar en ellas sin problemas, pero recordad que el barco hace paradas donde también podréis comprar y que en El Cairo aún encontraréis más tiendas.

Lo ideal en El Cairo es trasladarse en taxi. Lo primero que tenéis que hacer es regatear con el taxista. Si os cobran más de 30 libras egipcias podréis sentiros timados. En mi caso, el primer día que fuimos en taxi nos salió por 20 libras a dividir entre cuatro personas. El conductor majísimo. Nos llevó al Museo del Cairo y nos vino a buscar a la hora acordada con él. Nos llevó a comer a un restaurante familiar, a una fábrica de esencias y al bazar Khan el-Khalili. Las agencias te llevan a la parte delantera del bazar, donde hay muchísimos más turísitcas y muchísimas menos posibilidades de conseguir alguna buena ganga. Nosotros, gracias a nuestro taxista, fuimos por la parte de atrás, donde había muy poca gente y se podía comprar y regatear con más tranquilidad.

Como curiosidad, me gustaría comentar lo que nos pasó el segundo día que cogimos un taxi. El taxista, como favor, nos pidió pasar por la escuela de su hijo para recogerlo y pasamos mucho rato con el crío en el coche. Se comportó perfectamente.

Para acabar, es posible que os quieran cambiar alguna pertenencia vuestra por algo de la misma tienda. Si os queréis deshacer de algún reloj o pulsera o algo similar, es posible que allá lo consigáis. Si tenéis una gran extensión de terreno y os apetece tener camellos, también os podréis deshacer de vuestra pareja ;-)

La verdad es que ahora mismo no se me ocurre nada más que comentaros, pero cualquier duda que tengáis, un mensajito y os la contestaré encantado.


jueves, 2 de febrero de 2012

El Cairo

Quiero empezar esta segunda entrada recordando una anécdota que nos ocurrió durante el crucero. La primera noche, el guía nos reunió en la cubierta del barco. Nos explicó que para hacer la excursión a Abu Simbel nos tocaría madrugar y levantarnos a las 02.00h porque el convoy (autocares y coches de ejército) salía a las 03.00h. El buen hombre nos aconsejó que cogiéramos la almohada de la cama para dormir cómodos en el autocar y que lleváramos algo del manga larga porque bajaban mucho las temperaturas. Se me ocurrió preguntar que a cuánto bajaban y su respuesta fue que cuando saliéramos estaríamos a unos 25-30 grados. Obviamente, nada de manga larga.

Después de esta anécdota, seguiré por donde lo había dejado en la entrada anterior, justo antes de llegar a El Cairo. Un autocar nos recogió en el muelle para ir al aeropuerto de Luxor. Una vez allí, nos tocó esperar unas tres horas hasta el despegue, pero no porque llegáramos muy pronto, si no porque el avión iba con mucho retraso. Nada más llegar, nos trasladaron al hotel y una vez tuvimos las habitaciones asignadas, a la terraza del hotel a cenar. Para ser un hotel, el restaurante no era caro y lo mejor, las vistas de las Pirámides de Gizeh iluminadas. Después de cenar, bajamos a un bar que había en la entrada a tomar algo, sin alcohol claro, y a fumar en cachimba.

Como no podía ser de otra manera, la primera excurisón en el El Cairo fue a las Pirámides de Gizeh. ¿Qué decir que no se sepa? Por si acaso: el conjunto está formado por 3 pirámides: Keops, Kefren y Micherinos.

Keops, Kefren y Micherinos

Llegamos pronto, como en todas las excursiones para pasar menos calor, y allí ya habia muchísima gente. Puedes imaginar o leer lo grandes que son las pirámides pero hasta que no estás al lado de ellas no ves lo realmente enormes que son.

En la explanada (llámalo explanada, llámalo desierto) de entrada a las pirámides nos encontramos vendedores ambulantes y militares montados a camello. Intentaron vendernos todo lo que llevaban y por hacerle una foto al guardia montado a camello tuvimos que pagar una especie de propina.

No sé si habrá cambiado la normativa, pero cuando fui, sólo se podía entrar a una de las pirámides. Esto lo hacen para intentar conservarlas y que no se degeneren las tres a la vez.

En la época en la que fuimos, nos tocó visitar Micerinos, la más pequeña de las tres. Entramos en fila ya que la entrada no es muy ancha y sólo hay dos carriles de paso, uno de entrada y otro de salida. Como en el Valle de los Reyes, las paredes visibles, por decirlo de alguna manera, estaban detrás de un cristal protector para que los flashes de las cámaras no los malgastaran más. Par no fastidiar la sorpresa, no diré lo que hay dentro ;-)

La Piramide de Kefren es la más grande de todas. Es una de las 7 maravillas del mundo antiguo, la única que se conserva. Es la única que conserva parte de la recubierta original. La de Keops, padre de Kefren, es unos metros más pequeña, ya que su hijo quiso hacerla más grande para sentirse mejor que el. Como no pude entrar en ninguna de éstas dos, dejaremos a la imaginación lo que hay dentro.

Cerca de las Pirámides se encuentra la Gran Esfinge de Gizeh, justo detrás de la Pirámide de Kefren. Se dice que la Esfinge represernta al faraón. La pirámide y la esfinge están unidas por una paseo, aunque no se puede ir por él.

Gran Esfinge de Gizeh

Después de la visita a Gizeh, el guía nos llevó a una fábrica de esencias. Según nos contó, estás fábricas hacen las esencias de las grandes marcas de perfumes y luego las venden a las firmas que las usan para comercializarlas. La verdad es que sí que olían como los perfumes que compramos aquí, la diferencia es que que éstos no llevan ninguna cosa extra (ver futura sección de consejo sobre Egipto).

En nuestra visita a El Cairo no podía faltar el que me perdiera en el Museo Egipcio. A ver como lo explico y que quede claro... ¡Es una pasada! El museo se encuentra en la famosa plaza Tahrir. En él está la mayor colección de arte egipcio de todas las épocas y eso que no cuento todo lo que hay en museos de Europa… Lo que más llama la atención a los visitantes es la sala dedicada a Tutanhkamon donde hay réplicas de él y un gran busto.

Busto de Tutanhkamon

Otra visita obligada en El Cairo es el bazar de Khan el Khalili. Es el bazar más antigo de la ciudad. Es un poco laberíntico porque tienen muchísimas callejuelas estrechas y solo con ver los puestos de venta, dan ganas de comprar. Eso sí, toca regatear por cualquier cosa.

A parte de estas visitas, existen muchas mezquitas para visitar, fábricas de alabastro y alfombras… También se pueden hacer excursiones como a Alejandría y si queréis pasar más tiempo en Egipto se puede hacer una estancia en Sharm el Sheik para disfrutar del sol y la playa.



Con esto acabo de explicar, grosso modo, mi viaje a Egipto y si queréis saber más o tenéis preguntas o dudas, aquí me tenéis para contestároslas.

Pronto, mi siguiente aventura en…

lunes, 23 de enero de 2012

Crucero por el Nilo

Mi primera entrada en el blog no puede ser otra que el viaje que más me ha gustado, aunque lo haré en dos partes.

Hace unos años tuve la suerte de visitar Egipto. ¿Qué decir que no se sepa de este país? Obviamente podría contaros las mil maravillas y posiblemente me quedaría corto.

Volamos hacía Assuán, al sur del país para descender del avión a media tarde bajo un sol abrasador. Recogimos las maletas y el guía nos llevo a todo el grupo al barco. Después de todas las explicaciones pertinentes, primera noche a bordo y primer madrugón para ir a visitar Abu Simbel. La excursión se puede hacer por tierra o aire y, en mi caso, me alegro de que fuera por tierra. Se podrán ver amaneceres en cualquier sitio, pero ver un amanecer en medio del desierto es, simplemente, espectacular.

Amanecer en el desierto.

Un par de horas después llegamos al nuevo emplazamiento del que fuera el templo más famoso de Ramsés II. La entrada al templo te deja sin palabras ya que 4 estatuas enormes esculpidas en la roca te dan la bienvenida. Por dentro, los templos están llenos de pinturas y jeroglíficos y éstos están protegidos por vitrinas, lo que no quita majestuosidad al complejo. Como dije antes, lo que pueda decir de Egipto se quedaría corto y pasaría lo mismo con lo que pueda explicar de Abu Simbel. Solo diré que está en un marco insuperable, a orillas del lago Nasser y donde, como os podéis imaginar, no hay ningún sitio con sombra.

Templo de Abu Simbel.

La vuelta al barco no se hizo tan pesada como se podía esperar. Al llegar a Assuán visitamos la presa y, los que se atrevieron a caminar bajo el sol a más de 40 grados, vieron también el Obelisco inacabado, que hubiera sido el obelisco más grande jamás construído. Después de eso, vuelta al barco. A la entrada  nos recibieron unos camareros con un chupito. Esperábamos que estuviera fresquito y al ser chupito nos lo bebimos al instante. Mal hecho, era un licor caliente. Después de abrasarnos la garganta,  zarpamos por primera vez.

La primera parada ya en navegación fue en Kom Ombo donde está el templo que recibe el mismo nombre que la isla. El templo está dedicado al dios Sobek, dios cocodrilo. Pudimos ver la momia de un cocodrilo y una especie de mercadillo bajo el templo. Para ser la primera vez que veía algo momificado (sin contar el museo egipcio de Barcelona) me impresionó mucho.

La segunda parada del crucero, ya a la mañana siguiente, fue en Edfú. Desde el puerto a la entrada del templo de Horus fuimos en calesa, lo que podría decirse un taxi a caballo. El templo es de los más grandes que se conservan y de los que en mejor estado se encuentran. Lo más destacado son las figuras de halcones (Horus era el dios halcón) que están en el templo.

A mediodía llagamos a Esna. Aquí nos tocó esperar. Como teníamos que esperar un rato, nos dejaron bajar del barco y pudimos pasear por el puerto e intentar hacer compras.

Al pasar la esclusa de Esna, hay un rato de navegación hasta llegar a Luxor, donde acaba el crucero. Llegamos por la noche y después de cenar en el barco, hicimos una visita a la ciudad y por primera vez fumamos en cachimba.

Por la mañana, nos tocó madrugar. Primero un autocar nos recogió para llevarnos a visitar los Colosos de Memnon. Después de una breve parada, fuimos a ver el templo de Hatshepsut, también conocido como Templo de Deir el Bahari.

Templo de Hatshepsut
Después fuimos hacia El Valle de los Reyes y las Reinas donde pudimos ver, previo pago no incluido en la entrada, la Tumba de Tutankhamon. Lo "malo" de la visita fue la hora. Al llegar ya había mucha gente así que entrar en las tumbas era un poco complicado por la aglomeración de turistas. Pese a eso, conseguimos entrar y pasar más calor dentro que fuera.

Una vez acabada la visita al Valle de los Reyes y las Reinas, la siguiente parada fue el templo de Luxor. Como en el punto anterior, lo "malo" fue la hora, justo antes de comer bajo un sol abrasador. El problema que eso conllevó fue hacer la visita deprisa y corriendo para volver al barco a comer con el aire acondicionado. De todas maneras, el Templo se ha de visitar. La parte exterior fue mandada construir también por Ramsés II. Pudimos ver un obelisco de 25m (su "hermano" está en París) y parte del paseo que unía el Templo con el de Karnak.

Templo de Luxor

Volvimos al barco a comer y sin tiempo para hacer la digestión, volvimos a salir al sol a casi 50 grados. Nos quedaba la última visita programada, el Templo de Karnak. Como decía, ambos templos estaban unidos por un paseo flanqueado por esfinges. Karnak está peor conservado que Luxor, pero eso no quita que fuera el conjunto de santuarios más grande del Antiguo Egipto. De Karnak destaca el lago interior (daban ganas de meterse en el agua) y sus varios obeliscos.

Para ir acabando (sí, sé que falta El Cairo, pero eso será en la próxima entrada), diré que durante el crucero y sus excursiones siempre fuimos acompañados por un guía local que hablaba castellano y nos fue explicando el significado de todos los jeroglíficos que había en todos los templos.

Y para acabar, quiero dedicar esta primera entrada a mi prima Marta que me animó a empezar el blog y que sin su ayuda no hubiera sabido empezar.

Continuará...